La evolución de los smartphones los ha convertido en ordenadores de bolsillo capaces de convertirse en catalizadores para el lanzamiento de un ciberataque.
Los smartphones actuales cuentan con procesadores multinúcleo, varios gibabytes de RAM y amplia capacidad de almacenamiento. Es decir, son más potentes que los ordenadores que teníamos hace apenas unos años.
Pese a ello, normalmente no disponen de protección suficiente ante virus y posibles ciberataques, por lo que son vulnerables ante diversos tipos de exploits, bots o herramientas de acceso remoto (RAT), tales como DroidJack –en el entorno Android- o Sidestepper -en iOS-.