Según el FBI, los empleados descontentos y ex-empleados suponen una importante amenaza para las empresas, debido a su acceso autorizado a información sensible y a las redes corporativas. Se estima que los costes de los ciberincidentes relacionados con empleados pueden ascender a 3 millones de dólares.
Varias investigaciones llevadas a cabo por el FBI revelan un aumento de la explotación de redes y servidores empresariales por parte de antiguos empleados o empleados descontentos, que utilizan su acceso para destruir datos, robar software propietario, obtener información de clientes, comprar bienes y servicios no autorizados utilizando cuentas de clientes, y la obtener una ventaja competitiva en una nueva empresa.