El robo de ordenadores es un caso común en la mayoría de las grandes organizaciones, pero las circunstancias que rodean el robo de 55 ordenadores portátiles en un periodo de seis años de la oficina de Atlanta del gigante de las bebidas y de una compañía embotelladora que adquirió, han estado rodeadas de misterio.
Hecho público el 24 de enero de este año, resultó que un empleado, Thomas William Rogers III, habría supuestamente tomado las máquinas sin que su pérdida se hubiera notado. Las máquinas contenían los registros de 74.000 personas, todas empleados pasados o actuales de la compañía, incluyendo los números de la seguridad social de 18.000 de ellos.
Coca-Cola eventualmente recuperó algunos de los ordenadores en diciembre de 2013, momento en el que se dio cuenta de la seriedad del hecho. Ninguno de los registros de los ordenadores había sido cifrado.
Según la revista Law360, el demandante y antiguo ingeniero de embotellado Shane Enslin, los datos perdidos fueron utilizados por los ladrones para hacer compras con su tarjetas de crédito y para solicitar otras, lo que afectó a su calificación crediticia. La demanda también destaca la falta de cifrado de la información y el supuesto retraso de varias semanas en la notificación a las víctimas del descubrimiento del robo.